EL SILENCIO DE LAS FIERAS.

domingo, 22 de noviembre de 2009

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Atrás quedaron aquellos días en los que “las fieras” hacían rechinar los dientes y extraían sus largas y afiladas uñas para arrancar pedazos de carne a entes municipales.

El tiempo les hace “mudar”, les hace resecar su boca y tragar saliva, no sin problemas, intentando pasar los nudos de su estrecha garganta.

Hoy piensan: “¿Parece que las cosas no van tan mal?”, “Es mejor callar ante tales hechos”, “¡Insensato de mí!, ¿por qué he discurseado tanto?”. “El tiempo está dejando en olvido mis ingratas palabras”,…

Lo peor para ellos es que nunca han sido nada y, hoy, no son ni una diminuta mota de polvo en un desván.

Fieras convertidas en lindos corderitos que, de una vez por todas, han puesto en práctica aquello de “el silencio es la razón”. Su lugar es su lugar y su destino, su destino. Siento lástima de que no sean como los demás, pero como decía un viejo amigo mío “tenemos que estar de todos en esta vida”. ¡Cuánta razón tenía!. ULISES.